Durante el año 2016 voy a cumplir 30 años de arquitecto, son estas fechas hitos de
reflexión no necesariamente retrospectivos.
En dicho lapso de tiempo he participado de numerosos proyectos de arquitectura y quiero
rescatar en la presente nota los trazos primeros que llevan a un papel las nociones más
primitivas de un sueño; los croquis preliminares o “erliest sketches”, que expresan de una
manera rudimentaria un pensamiento que tiene como sustento la materialización posible de
una idea que en su origen ya está plasmada con intencionalidad.
No importa cuál sea el tema ni la nitidez de su trazo explica a
nuestro interlocutor el ser de su encomienda y se relaciona con el usuario en forma
anticipada al uso mismo, definiendo estilos de vida que modificaran por mucho tiempo su
actividad y su manera de hacer.
Rescato de estos dibujos la brutalidad con que manifiestan el sentido de las obras y de sus
bosquejos se desprende la impronta de una futura edificación que es concebida
esencialmente para el uso.
Hay, como en todos las artes, expertos en la materia y profesionales que hicieron de sus
croquis preliminares una marca registrada, pero no es a ellos a los que esta nota pretende
rescatar, es más bien el carácter universal de estos dibujos que todos los arquitectos
proyectistas ejecutamos en forma cotidiana y no reparamos adecuadamente en su impacto
en nuestras vidas y en las de tantos otros que encomiendan, participan o usan nuestras
obras.
La relevancia de estos bocetos es tal que a ellos se le dedican extensas horas académicas
y los consejos profesionales en sus libros de buenas prácticas pretenden definir.
“Se entiende por croquis preliminares, indistintamente, los esquemas, diagramas, croquis de plantas, de elevaciones, o de volúmenes, o cualquier otro elemento gráfico que el profesional confecciona como preliminar interpretación del programa convenido con el comitente. Se entiende por guión, la relación escrita acompañada de esquemas que expresa el concepto de la exposición, su lema fundamental y sus finalidades, e indica la forma de expresión y la correlación de los tópicos, sintetizando las leyendas correspondientes”.
Pero los usos y costumbres confirman que no hay técnicas ni estilos que mejor definan estos dibujos y que su regla del arte y profesión admite cualquier tipo de soporte, manual o digital; papel, servilleta, mantel o pantalla; lápiz, lapicera, bolígrafo o dispositivo electrónico, dibujo técnico o a mano alzada; el objetivo estará cumplido si el receptor entiende el concepto en forma acabada y el nuestro estará acreditado si supimos interpretar los anhelos y los deseos de nuestro comitente.